Pedro Nolasco podría haber sido uno de esos hombres que, como tantos, han hecho de la vida de los demás un comercio, porque vivió en un tiempo lleno de conflictos, donde el ser humano era mercancía y la muerte un negocio. Era de una familia de comerciantes, podía haber sido tranquilamente un comerciante de la muerte. Sin embargo, descubrió algo importante, supo mirar más allá de su propia vida y ver al otro como persona. Y eso lo llevó a un descubrimiento mayor, encontró a Cristo vivo en cada uno de ellos, descubrió el rostro sufriente del Salvador en cada rostro concreto.
Supo dar lo mejor que tenía a favor de los cautivos: su propia vida. Puso su vida al servicio de Jesús cautivo, no tuvo reparo en dar dinero, tiempo y cuando hizo falta su propia vida.
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